Esta es la primera vez que se nos ha impedido reunirnos físicamente en Tierra Santa. Sin embargo, seguimos decididos a apoyar a nuestros hermanos y hermanas en la patria de Cristo. Durante la semana pasada, hemos tenido el privilegio y nos ha emocionado de escuchar a cristianos de Cisjordania, Gaza e Israel sobre su misión, resistencia y testimonio en estas circunstancias sin precedentes.
A través de nuestro diálogo, ha quedado dolorosamente claro que hoy hay menos motivos para el optimismo que en cualquier otro momento de la historia reciente.
Los desafíos de salud de Covid-19, que siente el mundo entero, se ven agravados por el conflicto, la ocupación y el bloqueo.
La ausencia de peregrinos internacionales ha exacerbado las dificultades económicas generalizadas, ha aumentado los niveles de desempleo y ha empujado a muchas más familias a la pobreza.
La falta de progreso político, junto con la implacable expansión de los asentamientos ilegales y el impacto de la ley del Estado-Nación de Israel, sigue erosionando cualquier perspectiva de una solución pacífica de dos Estados.
Ahora es un momento crítico para que todos fortalezcamos nuestra expresión de solidaridad con el pueblo de Tierra Santa “no como un sentimiento vago sino como una ‘determinación firme y perseverante de comprometerse con el bien común’” 1.
Destacamos la importancia de que los dirigentes israelí y palestino se comprometan nuevamente con las negociaciones directas. Hacemos un llamado a nuestros propios gobiernos y líderes políticos para que renueven urgentemente su participación activa en la búsqueda de una paz justa, apoyando el diálogo entre todas las partes, defendiendo el derecho internacional y reafirmando la pluralidad de Jerusalén, dada su importancia única para judíos, cristianos y musulmanes .
Además, la comunidad internacional debe responsabilizar a Israel de su responsabilidad moral, legal y humanitaria de hacer accesibles las vacunas Covid-19 para los palestinos en Cisjordania y Gaza, y alentar la cooperación de la Autoridad Palestina, prestando atención al mensaje del Papa Francisco de que ante un desafío que no conoce fronteras, no podemos erigir muros ”2.
Si bien muchos de nuestros propios países continúan enfrentando graves dificultades en medio de la pandemia, tenemos la profunda responsabilidad de apoyar a nuestros hermanos cristianos en Tierra Santa. Las escuelas de la iglesia, las clínicas, los hospitales y otros proyectos sociales, incluido el trabajo de Caritas, aunque se encuentran bajo una fuerte presión, son modelos de caridad, justicia y paz. Estas instituciones cristianas son vitales para unir a personas de diferentes orígenes para servir al bien común de todos.
